martes, 22 de marzo de 2016

Dasein


No solo soy una lanzadera de mensajes químicos, yo misma confío ser eyectada al mundo, aguardo la espera este presbiterio orgánico, con sus difuntos colgados y todo.
Espero aquí, con recuerdos baratos, los cercanos son los que más pertenecen al pasado, los lejanos profetizan el futuro.

Todo una cuestión de tiempo.

Es mi pan seguir soplando los recuerdos como globos, sudarios inflados que suelto en el plano de un lago de linfa.
Mi querido,
“tu sombrero de montar a caballo siempre me vendrá grande”
¿Qué diría de mí alguien con entendimiento? Consulto a mi padre, que ya es un mero archivo, al que cada día me asgo de la manga vacía, sin su mano cálida.

“Te sigo extrañando tanto a pesar del tiempo...”

Cómo las muelas bondadosas mi padre tiene dos raíces, a parte yo tengo esta agnosia a las personas que dicen ver mis pájaros, pero que es mentira porque saldrían corriendo (hay uno con cabeza de tijera que me dicta la mas atroz de las soledades)  

-¡Qué cosas dices Lorena! problemas primermundistas... tu no sabes lo que es sufrir. -Me dijo no hace mucho un muerto que se llamaba Marco con glacial desprecio-. Yo que pensé que estaba consagrado a mi destrucción y ahora duele como un muerto más, que no es poco.

Lo peor es que se mueran con tus cosas, tu carácter confiado, las horas de aventuras, el top ten musical, se mueren y se entierran como un faraón, rodeados de cosas esenciales al alma. 

“Al menos cuando te fuiste dejaste tu sombrero, tu legado hermoso”

Ahora es el porvenir lo que está en carne viva, porque es inevitable, que mueran antes que yo, una cuestión de tiempo.
A pesar de saberlo me pregunto de la espera, en su más profundo concepto de esperanza.


A pesar de saberlo, yo también.

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